San
Valentín
El ruido del autobús a penas les dejaba pegar ojo pero
teniendo toda la noche por delante había que hacer un pequeño esfuerzo para
descansar. Eran las tres de la mañana llevaban nueve horas de viaje y aun les
quedaban 4 para llegar a Barcelona. Tara llevaba dormida una hora apoyada en el
hombro de Raúl pero él no podía pegar ojo.
A penas quedaba media hora para llegar a La Sagrada
Familia, donde los iba a dejar el bus, Tara se despertó.
-Hola dormilona- la saludo en un susurro Raúl.
-Hola- contesto ella con el mismo tono de voz que él-¿Qué
hora es?
-Son casi las siete de la mañana- dijo después de darle
un beso en la frente- mira, se ve todo.
Tara se asomo a la ventana, ya que ella estaba en el
asiento que daba al pasillo. Se veía todo Barcelona: la playa, la sagrada
familia, el Parque Güell… Era normal que fuese la ciudad preferida de Sara.
Llegaron a la puerta de la Sagrada Familia y descargaron
el equipaje del autobús.
-¡Tara!- se oyó de fondo y tanto Tara como Raúl se
giraron.
-¡Rocío!- grito Tara al ver a la chica y salió corriendo
en dirección hacia su amiga y le dio un abrazo- como me alegro de verte.
-Yo también, ¿Cómo estás? ¿Donde esta Raul? ¿Qué tal el
viaje?-
-Calma, calma que no es un interrogatorio-dijo Tara entre
risas- hay esta mira- dijo Tara cuando su novio se acerco a la pareja de chicas.
-Hola sola de nuevo, encantado de verte-dijo ella.
-Igualmente- dijo Raúl.
-Bueno parejita ¿vamos? Sam nos espera en el piso- dijo
Rocío- ¿os ayudo con algo?
-No tranquila, apenas he traído cosas- dijo Tara- no me
gusta traerme todo el armario.
Rocío los condijo por Barcelona hasta que llegaron a un
edificio cercano a La Pedrera, era gris y no tenía mucho encanto pero, era
Barcelona, no se podían quejar por eso. Subieron por unas interminables
escaleras hasta la azotea. Al entrar vieron un pisito muy acogedor, estaba casi
todo decorado con madera y cuadros vistosos.
-Este, es vuestro piso, Sam y yo estamos abajo, dejad las
cosas y acomodaros si queréis y después de comer os lo presento- dijo Rocío
antes de irse.
-Vale, muchísimas gracias- agradeció Tara.
-No hay de qué mujer- dijo Rocío y salió por la puerta.
-Creo que nunca nos hubiéramos imagina esto en nuestro
primer aniversario de San Valentín- dijo Raúl dejando las cosas en el suelo y
acercándose a Tara.
-Lo sé, es una pasada- le contesto.
-Tara, ¿ya te he dicho que te quiero?
-No sé, puede…-dijo ella irónicamente.
-Pues por si no te lo he dicho- le dice guiñándole un
ojo- Te quiero muchísimo.
-Yo a ti también- y lo besó.
Hablaron unos minutos más y fueron a investigar el piso.
Era muy acogedora: tenía una pequeña cocina, una habitación de matrimonio, un
baño y un amplio balcón.
Al terminar la inspección del territorio dejaron las
cosas en la habitación y fueron la preparar algo para comer, que no habían
tenido tiempo para desayunar.
-¿Qué estás haciendo?- le pregunta Tara a Raúl mientras
este trasteaba en la cocina.
-Pues buscar harina para hacerte tortitas princesa
-¿En serio?- dijo ella sorprendida.
-Aquí esta- dice el cogiendo el paquete entra manos-
¿Cómo no te voy a hacer tortitas? Sabiendo lo mucho que te gusta como cocino-
ponte cómoda.
Y así lo hizo, acerco una silla a la cocina y se sentó en
un sitio desde donde pudiese ver como cocinaba Raúl.
-Mm… están deliciosas- dejo Tara dándoles un buen
mordisco a sus tortitas.
-Les he puesto un poco de canela, ¿te gusta?
-S…sí- dijo ella con las boca llena. Cosa que hizo sonreír
a Raúl.
Se terminaron el desayuno y después de fregarlo todo se
fueron a relajar a la terraza.
-Adoro Barcelona, es preciosa- dice Tara.
-Lo sé, es una buena ciudad para vivir-dijo él.
-Hola parejita- dijo Rocío saliendo a la terraza- hay
alguien que tenéis que conocer.
En ese momento salió junto a ella un chico alto, moreno y
bastante guapo, tenía un parecido a Raúl.
-Hola, me llamo Samuel, pero todos me llaman Sam,
encantado- dijo dándole la mano a Raúl y dos besos a Tara- ¿qué os parece el
piso?
-Es muy bonito y acogedor, muchas gracias por habernos
dejado venir- dijo Tara.
-Sí, nos encanta- concluyo Raúl.
-No hay de que- dijo él-
es mejor ser más gente.
Hablaron durante bastante rato, de muchas cosas
diferentes y las chicas contaron lo que hicieron en Londres y las anécdotas que
tenían con Sara y sus locuras.
-Bueno, entonces mañana a las once pasaros por nuestro
piso y vamos a comer al Mc Donalds.
-Vale, hasta mañana, dijo Tara- y tras despedirse cerró
la puerta.
-¡Princesa, ven!
-¿Qué pasa feo?- dijo ella acercándose a donde estaba el.
-¿Te apetece ver una peli?
-Vale, me parece genial, tú elijes.
Ya empezaba a anochecer y tras comer y ver la película
salió a la terraza.
-Ahora vengo voy a por un suéter que tengo frio- dijo
Tara.
-Está bien, no tardes.
Tara entro al interior y se dirigió al cuarto principal.
Entró y nada más entrar vio sobre la cama un regalo que en la tarjeta tenia
puesto su nombre. Se acercó y tomo en sus manos el paquete de envoltorio
dorado, lo abrió, y pudo ver q en el interior había varios bales: por un beso,
por un momento… y al final ponía ‘’ feliz San Valentín princesa’’. Tara sonrió,
se puso una sudadera de él y cogió un regalito que tenía para él.
Salió al balcón de nuevo, y lo vio, estaba tumbado en el
tejado mirando a las estrellas. Él no de movió, pero era consciente de su
presencia.
-Ven aquí- le dijo palpando el sitio que estaba junto a
él. Tara le hizo caso y se tendió junto a él con la cabeza apoyada en su
hombro.
-Se que no es gran cosa pero esto es para ti- dijo Tara
rompiendo el silencio, y le tendió la cajita larga que tenía entre sus manos.
Él la cogió con cuidado y la abrió, en el interior había un collar en forma de ‘’´T’’.
-Yo tengo la otra parte- dijo tara y apartando la
sudadera de su cuello dejo ver un colgante en forma de ‘’R’’.
-Me encanta.
-¿De verdad?
-Claro que si- dijo él, mientras se inclinaba para
besarla y después se puso el collar que le había regalado.
-Te propongo un juego- dijo Raúl.
-¿Otro de tus juegos?- pregunto Tara entre risas.
-Claro que si- respondió él también riéndose- el juego
consiste en que yo te digo dos cosas y tú dices la que prefieres, no vale
escaquearse.
-Vale, empieza tú- dijo ella.
-Qué preferirías, ¿estar aquí conmigo o de fiesta?- empezó
él.
-¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que estar contigo.
-Vale vale, no me mates- dijo el levantando las manos en
son de paz- te toca.
-Qué preferirías, ¿una chica estupenda que lo tuviera todo
o yo?
-¿Qué clase de pregunta es esa?- dijo él imitando la voz
de ella, pero luego se puso serio- no hay nadie que se compare a ti, eres
perfecta tal y como eres y no quiero que pienses lo contrario- el comentario
hizo que Tara se ruborizara y él la abrazo con fuerza.
-Te toca- dijo ella.
-Qué prefieres, ¿un beso ahora o luego?
-Ahora- dijo ella y acto seguido el se inclino para
besarla de una forma tan dulce que tara se dejo caer en su pecho.
Unos minutos más tarde, ya se habían cansado del juego y permanecían
tumbados mirando a las estrellas.
-¡Tara mira!- dijo Raúl, cosa que hizo que ella abriera
los ojos- una lluvia de estrellas, pide un deseo.
Después de pronunciar esas palabras, los dos cerraron los
ojos y pidieron un deseo.
-¿Qué has pedido?
-Si te lo digo no se va a cumplir- protesto ella.
-Yo hare que se cumpla.
-Es que… me da vergüenza- dijo ella bajando la mirada
para que el no le viera poniéndose roja.
-No te tiene que dar vergüenza, ¿qué es?- pregunto él,
que estaba muy intrigado.
Tara se acerco a él para susurrarle a la oreja el deseo
que acababa de pedir:
-Que se repita lo que paso en navidad…
-¿Eso?- pregunto él entre risas al ver que tara se ponía roja
como un tomate- No te tienes que avergonzar princesa- aseguro el abrazándola
por la espalda, ya que llega se había dado la vuelta- que se par que… mi deseo también
era ese- le susurro él.
-No me mientas.
-No te miento, y al saber que tu también lo piensas estoy
más tranquilo- aseguró él y le beso la nuca, provocándole un escalofrió a Tara-
¿quieres?
-Me siento igual que aquella vez- dijo ella, y él lo
entendió perfectamente.
-Tara, si no quieres, sabes que tiene que decírmelo, no
voy a hacer nada que tú no quieras, te quiero y si te sintieras mal me moriría.
Cuando él termino de hablar Tara se abalanzó a sus brazos.
-Yo también te quiero, y no tengo miedo.
Cuando las miradas decían más que las palabras, Raúl la
ayudó a bajarse del tejado y cogiéndola en brazos la llevo a la habitación de
matrimonio.
Raúl estaba despierto, la luz de la mañana era cegadora y
se dirigió a cerrar las cortinas para que ella no de despertara, pero ya era
tarde, ella lo observaba de entre las mantas. Estaba de pie junto a la ventana,
llevaba unos ajustados bóxers negros
y el contante que le había regalado, colgando de su musculoso pecho. Tara se
mordió el labio pensando lo que acababa de pasar entre esas mantas hace apenas
una horas, había sido maravilloso, mucho mejor que la primera vez y… Raúl se dio
cuenta de que estaba despierta y además roja como un tomate.
-Buenos días- dijo con una amplia sonrisa- ¿En que
piensas?
-En nada- dijo ella dándose la vuelta y escondiéndose
entre las mantas, pero sabía que era inútil.
Raúl se acerco a la cama y se metió bajo las mantas para acercarse
a ella, se había ido a la otra punta de la inmensa cama y estaba hecha una
bola.
-Vamos princesa, dime, ¿en qué pensabas?- dijo él abrazándola.
El contacto físico hizo que tara se estremeciera.
-Estaba pensando en lo que acaba de pasar- admitió ella.
-¿Y bien?, ¿te ha gustado?- dijo él divertido.
-No ha estado mal- dijo ella con una sonrisa picara.
-¿Qué no ha estado mal?, me ofendes princesa- Tara lo había
conseguido, Raúl se había picado y le había dado la espalda.
-Vamos tonto, sabes que es broma- dijo ella poniéndose seria-
ha sido genial, aun yo para estas cosas… soy una principiante- las últimas
palabras hicieron que Raúl la mirara y sonriera.
-De eso nada, tú también has estado genial, aunque los
dos tenemos mucho que aprender y eso solo se consigue practicando- dijo él con
una sonrisa.
-¿Tú crees?
-Por supuesto- dijo él cogiéndola de la cintura- y te aseguro
que seré el primero de la clase en esta materia- dijo él, y los dos se echaron
a reír.
Estuvieron juntos unos minutos más hasta que su silencio
fue interrumpido por el tono de llamada de él.
-Solo será un minuto- dijo abandonando la cama.
Fue bastante más de un minuto y Tara decidió ver qué
pasaba. Se vistió el pijama completo y abandono la habitación. Al salir vio a
Raúl sentado con cara distante en el sofá que había en la sala de estar. Tara
se apresuro a sentarse a su lado y abrazarle.
-¿Qué ocurre Raúl?
-Mi padre… mi padre ha tenido un accidente… y esta… está
en coma- al pronunciar esas palabras unas lagrimas mojaron el rostro del chico
que fue abrazado por Tara.
-Tranquilo Raúl, se pondrá bien- al pronunciar esas
palabras vio que el chico temblaba- ahora vengo- y salió dispara a la habitación,
saco el pijama del chico y se lo llevo. Le ayudo a ponérselo y después dejo que
él llorara todo lo que necesitara.
Cuando se calmo Tara le seco el rostro con la manga de su
pijama y dijo con cautela:
-Raúl, volvamos, no quiero que estés aquí por mi sabiendo
que tu padre esta a cientos de kilómetros, hablare con Rocío y le explicare lo
que ha pasado, todo saldrá bien.
-Tara… te quiero
-Y yo a ti.
Hicieron las maletas y recogieron el piso dispuestos a
volver a casa.
-Muchas gracias por todo Rocío. Le agradeció tara dándole
un abrazo.
-No hay de que amiga, es una pena que no os quedéis más,
pero sabes que podéis volver cuando queráis.
Se despidieron y se subieron al autobús que los volvía a llevar
a Londres.
-Tara, muchas gracias, has perdido al oportunidad de ver
Barcelona por… mí- dijo Raúl.
-Tranquilo, Barcelona no se va a mover de su sitio, tu
eres más importante y tendremos más de una oportunidad para volver, ahora mejor
duerme- le aseguro ella y le dio un beso en la frente cuando se apoyo en su
hombro para dormir.
Tara solo pensaba en una cosa, trece horas y pasara lo
que pasara estaría siempre a su lado, cualquier cosa…
Con colaboración de una amiga mía :)
RIMA
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