Capitulo 11



Cap.11


Aquel día se veía que el otoño se dejaba asomar, como el humor de Tara, no muy agradable.
Eran las seis de la mañana y Tara aguardaba sentada en su sofá-ventana, había estado toda la noche en vela sin poder conciliar el sueño y observando a Raúl desde su cuarto.

Una hora más tarde en la habitación de Raúl

Raúl no se podía creer que Tara no hubiera dormido nada, aunque el tampoco, que la estuvo observando en la penumbra. Sonó su despertador y lo dejo sonar un rato para que pareciera que estaba dormido, pero al levantarse vio que al final Tara se había quedado dormida en su ventana, se sentía culpable y no soportaba verla mal.
Se cambio de ropa, hizo la cama y bajo a desayunar. Al subir a por su mochila, Tara se había esfumado y rezo por qué no se hubiera ido.

En ese mismo instante en el salón

-Acábate todo el desayuno Tara, ayer también apenas cenaste- le dijo su madre.
-No tengo hambre- y dejo su desayuno a medio terminar sobre la mesa.
-¿Va todo bien hija?- le pregunto su madre preocupada.
-Sí, tranquila todo va bien solo que no e dormido demasiado- contesto ella acompañando la frase con una forzada sonrisa.
-Vale, procura acostarte antes la próxima vez- añadió su madre mientras Tara abandonaba la cocina.
Se hecho la mochila al hombro y despidiéndose de su madre y de si hermana salió de casa, empezaba a refrescar y se acurruco en su jersey de lana que había cogido por recomendación de su madre.
En un primer momento no lo vio, estaba apoyado en la valla de su casa, con su habitual pelo despeinado y mirando a ninguna parte. Se le veía abatido.
Raúl se dio cuenta de la presencia de Tara y se levanto, dispuesto a solucionarlo todo.
-Hola Tara- dijo él.
-Hola…
-¿Has… has pensado algo?- pregunto él con un tanto de miedo por la respuesta.
-E… yo creo que…- tomo aire- siento haber sido tan celosa y haberlo estropeado todo, ahora mismo no hubiera pasado esto si no me hubiera enfadado por… ella- dijo ella arrepentida.
-No digas eso Tara, si yo te hubiera avisado no te habrías apenado, perdóname por favor- dijo rodeándole la cintura con los brazos.
Como respuesta, Tara se alzo de puntillas y lo beso, olvidando así todo lo ocurrido en los últimos días.
De camino al instituto, todo volvió a la normalidad, caminaron de la mano y se contaron todo lo que no pudieron hablar los anteriores días.

En la hora del almuerzo

-Rubén, podemos hablar- dijo Tara sorprendiéndolo por detrás.
Se apartaron un poco del resto del grupo y Tara prosiguió.
-Te agradezco mucho lo que hiciste por mí, que fueras a haber con Raúl y todo eso- dijo Tara dándole un abrazo.
-No hay de que, tú habrías hecho lo mismo por mí.
-Eso no lo dudes- los dos se rieron y volvieron con todos los demás.

De vuelta a casa

-Quedan unas pocas semanas para navidad, ¿quieres que hagamos algo especial?- pregunto Tara a Raúl.
-Me encantaría, tendremos que pensar algo- dijo él.
-¿quieres que vallamos a mi casa y lo pensemos?- propuso ella
-Vale- y le dio un beso.
En unos escasos diez minutos estuvieron en la puerta de casa de Tara y como era habitual su madre no para de hacer labores en el jardín.
-Hola mamá- saludo Tara.
-Hola chicos- saludo ella.
-¿Podemos ir arriba un rato?- pregunto Tara.
-Claro que si, y Tara dile a tu hermana que salga a ayudarme
-Vale, gracias- dijeron los dos.

Subieron juntos las escaleras y se pasaron el resto de la tarde haciendo una lista de las cosas que podían hacer en navidades y aprovecharon para poner las fotos de la playa en el collage. Al concluir el día, Raúl rechazo la oferta de Oihana para quedarse a cenar y se fue a casa. Después de cenar, Tara y Raúl estuvieron un par de horas más de ventana a ventana y después se fueron a dormir con ganas del fin de semana que se les acercaba, a unas dos semanas de Navidad.