Capitulo 14. Especial San Valentín




San Valentín

El ruido del autobús a penas les dejaba pegar ojo pero teniendo toda la noche por delante había que hacer un pequeño esfuerzo para descansar. Eran las tres de la mañana llevaban nueve horas de viaje y aun les quedaban 4 para llegar a Barcelona. Tara llevaba dormida una hora apoyada en el hombro de Raúl pero él no podía pegar ojo.
A penas quedaba media hora para llegar a La Sagrada Familia, donde los iba a dejar el bus, Tara se despertó.
-Hola dormilona- la saludo en un susurro Raúl.
-Hola- contesto ella con el mismo tono de voz que él-¿Qué hora es?
-Son casi las siete de la mañana- dijo después de darle un beso en la frente- mira, se ve todo.
Tara se asomo a la ventana, ya que ella estaba en el asiento que daba al pasillo. Se veía todo Barcelona: la playa, la sagrada familia, el Parque Güell… Era normal que fuese la ciudad preferida de Sara.
Llegaron a la puerta de la Sagrada Familia y descargaron el equipaje del autobús.
-¡Tara!- se oyó de fondo y tanto Tara como Raúl se giraron.
-¡Rocío!- grito Tara al ver a la chica y salió corriendo en dirección hacia su amiga y le dio un abrazo- como me alegro de verte.
-Yo también, ¿Cómo estás? ¿Donde esta Raul? ¿Qué tal el viaje?-
-Calma, calma que no es un interrogatorio-dijo Tara entre risas- hay esta mira- dijo Tara cuando su novio se acerco a la pareja de chicas.
-Hola sola de nuevo, encantado de verte-dijo ella.
-Igualmente- dijo Raúl.
-Bueno parejita ¿vamos? Sam nos espera en el piso- dijo Rocío- ¿os ayudo con algo?
-No tranquila, apenas he traído cosas- dijo Tara- no me gusta traerme todo el armario.
Rocío los condijo por Barcelona hasta que llegaron a un edificio cercano a La Pedrera, era gris y no tenía mucho encanto pero, era Barcelona, no se podían quejar por eso. Subieron por unas interminables escaleras hasta la azotea. Al entrar vieron un pisito muy acogedor, estaba casi todo decorado con madera y cuadros vistosos.
-Este, es vuestro piso, Sam y yo estamos abajo, dejad las cosas y acomodaros si queréis y después de comer os lo presento- dijo Rocío antes de irse.
-Vale, muchísimas gracias- agradeció Tara.
-No hay de qué mujer- dijo Rocío y salió por la puerta.
-Creo que nunca nos hubiéramos imagina esto en nuestro primer aniversario de San Valentín- dijo Raúl dejando las cosas en el suelo y acercándose a Tara.
-Lo sé, es una pasada- le contesto.
-Tara, ¿ya te he dicho que te quiero?
-No sé, puede…-dijo ella irónicamente.
-Pues por si no te lo he dicho- le dice guiñándole un ojo- Te quiero muchísimo.
-Yo a ti también- y lo besó.
Hablaron unos minutos más y fueron a investigar el piso. Era muy acogedora: tenía una pequeña cocina, una habitación de matrimonio, un baño y un amplio balcón.
Al terminar la inspección del territorio dejaron las cosas en la habitación y fueron la preparar algo para comer, que no habían tenido tiempo para desayunar.
-¿Qué estás haciendo?- le pregunta Tara a Raúl mientras este trasteaba en la cocina.
-Pues buscar harina para hacerte tortitas princesa
-¿En serio?- dijo ella sorprendida.
-Aquí esta- dice el cogiendo el paquete entra manos- ¿Cómo no te voy a hacer tortitas? Sabiendo lo mucho que te gusta como cocino- ponte cómoda.
Y así lo hizo, acerco una silla a la cocina y se sentó en un sitio desde donde pudiese ver como cocinaba Raúl.
-Mm… están deliciosas- dejo Tara dándoles un buen mordisco a sus tortitas.
-Les he puesto un poco de canela, ¿te gusta?
-S…sí- dijo ella con las boca llena. Cosa que hizo sonreír a Raúl.
Se terminaron el desayuno y después de fregarlo todo se fueron a relajar a la terraza.
-Adoro Barcelona, es preciosa- dice Tara.
-Lo sé, es una buena ciudad para vivir-dijo él.
-Hola parejita- dijo Rocío saliendo a la terraza- hay alguien que tenéis que conocer.
En ese momento salió junto a ella un chico alto, moreno y bastante guapo, tenía un parecido a Raúl.
-Hola, me llamo Samuel, pero todos me llaman Sam, encantado- dijo dándole la mano a Raúl y dos besos a Tara- ¿qué os parece el piso?
-Es muy bonito y acogedor, muchas gracias por habernos dejado venir- dijo Tara.
-Sí, nos encanta- concluyo Raúl.
-No hay de que- dijo él-  es mejor ser más gente.
Hablaron durante bastante rato, de muchas cosas diferentes y las chicas contaron lo que hicieron en Londres y las anécdotas que tenían con Sara y sus locuras.
-Bueno, entonces mañana a las once pasaros por nuestro piso y vamos a comer al Mc Donalds.
-Vale, hasta mañana, dijo Tara- y tras despedirse cerró la puerta. 
-¡Princesa, ven!
-¿Qué pasa feo?- dijo ella acercándose a donde estaba el.
-¿Te apetece ver una peli?
-Vale, me parece genial, tú elijes.

Ya empezaba a anochecer y tras comer y ver la película salió a la terraza.
-Ahora vengo voy a por un suéter que tengo frio- dijo Tara.
-Está bien, no tardes.
Tara entro al interior y se dirigió al cuarto principal. Entró y nada más entrar vio sobre la cama un regalo que en la tarjeta tenia puesto su nombre. Se acercó y tomo en sus manos el paquete de envoltorio dorado, lo abrió, y pudo ver q en el interior había varios bales: por un beso, por un momento… y al final ponía ‘’ feliz San Valentín princesa’’. Tara sonrió, se puso una sudadera de él y cogió un regalito que tenía para él.
Salió al balcón de nuevo, y lo vio, estaba tumbado en el tejado mirando a las estrellas. Él no de movió, pero era consciente de su presencia.
-Ven aquí- le dijo palpando el sitio que estaba junto a él. Tara le hizo caso y se tendió junto a él con la cabeza apoyada en su hombro.
-Se que no es gran cosa pero esto es para ti- dijo Tara rompiendo el silencio, y le tendió la cajita larga que tenía entre sus manos. Él la cogió con cuidado y la abrió, en el interior había un collar  en forma de ‘’´T’’.
-Yo tengo la otra parte- dijo tara y apartando la sudadera de su cuello dejo ver un colgante en forma de ‘’R’’.
-Me encanta.
-¿De verdad?
-Claro que si- dijo él, mientras se inclinaba para besarla y después se puso el collar que le había regalado.
-Te propongo un juego- dijo Raúl.
-¿Otro de tus juegos?- pregunto Tara entre risas.
-Claro que si- respondió él también riéndose- el juego consiste en que yo te digo dos cosas y tú dices la que prefieres, no vale escaquearse.
-Vale, empieza tú- dijo ella.
-Qué preferirías, ¿estar aquí conmigo o de fiesta?- empezó él.
-¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que estar contigo.
-Vale vale, no me mates- dijo el levantando las manos en son de paz- te toca.
-Qué preferirías, ¿una chica estupenda que lo tuviera todo o yo?
-¿Qué clase de pregunta es esa?- dijo él imitando la voz de ella, pero luego se puso serio- no hay nadie que se compare a ti, eres perfecta tal y como eres y no quiero que pienses lo contrario- el comentario hizo que Tara se ruborizara y él la abrazo con fuerza.
-Te toca- dijo ella.
-Qué prefieres, ¿un beso ahora o luego?
-Ahora- dijo ella y acto seguido el se inclino para besarla de una forma tan dulce que tara se dejo caer en su pecho.
Unos minutos más tarde, ya se habían cansado del juego y permanecían tumbados mirando a las estrellas.
-¡Tara mira!- dijo Raúl, cosa que hizo que ella abriera los ojos- una lluvia de estrellas, pide un deseo.
Después de pronunciar esas palabras, los dos cerraron los ojos y pidieron un deseo.
-¿Qué has pedido?
-Si te lo digo no se va a cumplir- protesto ella.
-Yo hare que se cumpla.
-Es que… me da vergüenza- dijo ella bajando la mirada para que el no le viera poniéndose roja.
-No te tiene que dar vergüenza, ¿qué es?- pregunto él, que estaba muy intrigado.
Tara se acerco a él para susurrarle a la oreja el deseo que acababa de pedir:
-Que se repita lo que paso en navidad…
-¿Eso?- pregunto él entre risas al ver que tara se ponía roja como un tomate- No te tienes que avergonzar princesa- aseguro el abrazándola por la espalda, ya que llega se había dado la vuelta- que se par que… mi deseo también era ese- le susurro él.
-No me mientas.
-No te miento, y al saber que tu también lo piensas estoy más tranquilo- aseguró él y le beso la nuca, provocándole un escalofrió a Tara- ¿quieres?
-Me siento igual que aquella vez- dijo ella, y él lo entendió perfectamente.
-Tara, si no quieres, sabes que tiene que decírmelo, no voy a hacer nada que tú no quieras, te quiero y si te sintieras mal me moriría. Cuando él termino de hablar Tara se abalanzó a sus brazos.
-Yo también te quiero, y no tengo miedo.
Cuando las miradas decían más que las palabras, Raúl la ayudó a bajarse del tejado y cogiéndola en brazos la llevo a la habitación de matrimonio.


Raúl estaba despierto, la luz de la mañana era cegadora y se dirigió a cerrar las cortinas para que ella no de despertara, pero ya era tarde, ella lo observaba de entre las mantas. Estaba de pie junto a la ventana, llevaba unos ajustados bóxers negros y el contante que le había regalado, colgando de su musculoso pecho. Tara se mordió el labio pensando lo que acababa de pasar entre esas mantas hace apenas una horas, había sido maravilloso, mucho mejor que la primera vez y… Raúl se dio cuenta de que estaba despierta y además roja como un tomate.
-Buenos días- dijo con una amplia sonrisa- ¿En que piensas?
-En nada- dijo ella dándose la vuelta y escondiéndose entre las mantas, pero sabía que era inútil.
Raúl se acerco a la cama y se metió bajo las mantas para acercarse a ella, se había ido a la otra punta de la inmensa cama y estaba hecha una bola.
-Vamos princesa, dime, ¿en qué pensabas?- dijo él abrazándola. El contacto físico hizo que tara se estremeciera.
-Estaba pensando en lo que acaba de pasar- admitió ella.
-¿Y bien?, ¿te ha gustado?- dijo él divertido.
-No ha estado mal- dijo ella con una sonrisa picara.
-¿Qué no ha estado mal?, me ofendes princesa- Tara lo había conseguido, Raúl se había picado y le había dado la espalda.
-Vamos tonto, sabes que es broma- dijo ella poniéndose seria- ha sido genial, aun yo para estas cosas… soy una principiante- las últimas palabras hicieron que Raúl la mirara y sonriera.
-De eso nada, tú también has estado genial, aunque los dos tenemos mucho que aprender y eso solo se consigue practicando- dijo él con una sonrisa.
-¿Tú crees?
-Por supuesto- dijo él cogiéndola de la cintura- y te aseguro que seré el primero de la clase en esta materia- dijo él, y los dos se echaron a reír.
Estuvieron juntos unos minutos más hasta que su silencio fue interrumpido por el tono de llamada de él.
-Solo será un minuto- dijo abandonando la cama.
Fue bastante más de un minuto y Tara decidió ver qué pasaba. Se vistió el pijama completo y abandono la habitación. Al salir vio a Raúl sentado con cara distante en el sofá que había en la sala de estar. Tara se apresuro a sentarse a su lado y abrazarle.
-¿Qué ocurre Raúl?
-Mi padre… mi padre ha tenido un accidente… y esta… está en coma- al pronunciar esas palabras unas lagrimas mojaron el rostro del chico que fue abrazado por Tara.
-Tranquilo Raúl, se pondrá bien- al pronunciar esas palabras vio que el chico temblaba- ahora vengo- y salió dispara a la habitación, saco el pijama del chico y se lo llevo. Le ayudo a ponérselo y después dejo que él llorara todo lo que necesitara.
Cuando se calmo Tara le seco el rostro con la manga de su pijama y dijo con cautela:
-Raúl, volvamos, no quiero que estés aquí por mi sabiendo que tu padre esta a cientos de kilómetros, hablare con Rocío y le explicare lo que ha pasado, todo saldrá bien.
-Tara… te quiero
-Y yo a ti.
Hicieron las maletas y recogieron el piso dispuestos a volver a casa.
-Muchas gracias por todo Rocío. Le agradeció tara dándole un abrazo.
-No hay de que amiga, es una pena que no os quedéis más, pero sabes que podéis volver cuando queráis.
Se despidieron y se subieron al autobús que los volvía a llevar a Londres.
-Tara, muchas gracias, has perdido al oportunidad de ver Barcelona por… mí- dijo Raúl.
-Tranquilo, Barcelona no se va a mover de su sitio, tu eres más importante y tendremos más de una oportunidad para volver, ahora mejor duerme- le aseguro ella y le dio un beso en la frente cuando se apoyo en su hombro para dormir.
Tara solo pensaba en una cosa, trece horas y pasara lo que pasara estaría siempre a su lado, cualquier cosa…




Con colaboración de una amiga mía :)
RIMA


Capitulo 13



Cap.13

Después de unas navidades increíbles junto a Raúl, tuvieron que volver a la rutina diaria del instituto. Aquella semana después de navidad prometía bastante, ya que llegarían los alumnos de intercambio de España. Tara estaba ansiosa por saber que chica española se alojaría en su casa en los próximos días.
Como todas las mañanas, Tara y Raúl quedaron para ir juntos al instituto y al llegar se juntaron con sus amigos, hablaron de cómo les habían ido las vacaciones hasta que toco la campana para entrar a las aulas.

…Esta es Marta que ira con… Micaela…

Tara estaba haciendo caso omiso a lo que el profesor de Español les decía, le era indiferente quien iba con quien, estaba inmersa en sus pensamientos, tanto, que no se dio cuenta que la mencionaron.

-Señorita Tara- la volvió a llamar el profesor, esta vez captando su atención- esta es Rocío.

Entonces, Tara examino a la chica que estaba junto al profesor. Era de mediana estatura, con unos grandes ojos marrones y un pelo muy largo. Aquella chica la miraba con entusiasmo y sabía que se terminarían llevando bien.

-Hola- dijo Rocío torpemente, no se la veía muy cómoda con el inglés, pero se acostumbraría.
-Hola, encantada de conocerte- y se dieron dos besos en forma de saludo- ¿es la primera vez que vienes a Londres?
-Sí, siempre quise venir aquí, estoy muy contenta de haber podido venir- y le dedico una amplia sonrisa.
-Lo pasaremos genial, ya lo veras- le aseguró Tara.

Al terminar las presentaciones de todos los alumnos de intercambio, Tara condujo a Rocío al patio exterior del edificio para presentarles al resto del grupo.

-Hola chicos- saluda Tara al acercarse al grupo de amigos- esta es Rocío, la española que se queda en mi casa esta semana.
-Hola a todos- saluda ella un poco tímida.
-Hola Rocío, soy Raúl- saluda él intentando darle confianza- ellos son: Rubén, Mía, Jaime, Mireia, Jorge y Natalia- los presenta.
-Hola- dicen todos al unísono.

Se pasaron el resto del recreo hablando de España, Rocío les explico cómo era, que se comía que costumbres había y muchísimas cosas más. Sus costumbres se parecían a las que tenían el resto del grupo pero les gustaba verla tan cómoda hablando de su país natal.
Después de terminar las horas de clase, se reunieron con Raúl y volvieron a casa.

-Hola mama- saludo Tara- ya hemos llegado.
-Hola chicas- las saluda Oihana saliendo de la cocina limpiándose las manos en el delantal- Hola, soy Oihana, bienvenida a nuestra casa.
-Hola, soy Rocío, muchas gracias por dejar que me quede con vosotras- le agradeció ella después de darle dos besos a la mujer en modo de saludo.
-Hay una persona más que quiero q conozcas- anunció Tara- ven, dejemos tus cosas en mi habitación y te la presento.

Subieron al piso de arriba y entraron en la habitación de Tara donde habían colocado una segunda cama para Rocío. Dejaron todas las cosas sobre las camas y después Tara condujo a Rocío hacia la habitación de su hermanita.

-Sara, ¿podemos entrar?- pregunto Tara antes de abrir la puerta.
-Sí, pasa- dijo ella tan alegre como siempre.
-Hola hermanita, esta es Rocío, es española y se quedara con nosotras una semana- le explico y acto seguido la niña se abalanzo sobre Rocío para darle un abrazo de bienvenida.
-Hola Rocío, soy Sara, me alegro de que te quedes.
-Hola pequeña, yo también me alegro de quedarme- y las tres chicas se rieron.

El resto de la tarde se lo pasaron en la habitación de Sara jugando con ella y pasándoselo bien, cosa que hizo que Rocío se soltara y se llevara muy bien con Tara.




-Buenos días dormilonas- les grito Sara entrando en la habitación de su hermana.
-¿Pero tú estás loca?- protesto Tara.

Entonces Rocío tuvo una idea y se hacerlo a Tara para susurrarle su plan al oído. Tara asintió y las dos se armaron con sus cojines y atacaron Sara. La pillaron y la tiraron a la cama haciéndole cosquillas hasta que no pudo más.

-Vale, vale ¡me rindo!- grito la pequeña, y as tres se rieron.
-¡Chicas a desayunar!- las llamo Oihana de la cocina. Las tres bajaron a  trompicones por las escaleras y aparecieron en la cocina donde las esperaba ella.

Terminaron de desayunar y se fueron a cambiar de ropa para ir al instituto.

-Raúl ¿te vienes con nosotras?- le pregunto Tara de ventana a ventana.
-Claro, si me esperáis- dijo él.
-Como no te vamos a esperar- dijo ella guiñándole un ojo. Ambos se rieron y siguieron a lo suyo.

Las chicas terminaron de prepararse y salieron a la calle para esperar a Raúl, pero él ya las estaba esperando apoyado con la valla de casa de Tara, como siempre hacía.

-Hola chicas- las saludo.
-Hola- dijeron ellas al unísono.
-¿Qué vais a hacer hoy?
-Creo que hoy nos toca ir al centro a visitar el Museo Británico y dar una vuelta en la noria- anunció Tara.
-Sí y no nos hemos olvidado de la cámara- dijo Rocío y las dos chicas sacaron sus cámaras. Raúl sonrió con aquel gesto y que veía que se habían llevado muy bien.


Trascurrieron los días y Tara y Rocío lo pasaron estupendamente conociendo Londres. Pasaron un estupendo día en el centro, en las afueras, fueron de fiesta, conocieron a gente y sacaron muchísimas fotos para poder añadir alguna al collage de la pared de Tara. Tara practico español y Rocío ingles.



 Dos días antes de la despedida de Rocío

-¿Que pensáis hacer en San Valentín?- pregunto Rocío curiosa.
-Siéndote sincera, me gustaría hacer algo romántico para Raúl pero no se que podría ser- confeso Tara un poco triste.
-Mmm… Yo y mi novio vamos a ir un pequeño apartamento que tienen los padres de él, en Barcelona para tres días, si quieres podrías darle una sorpresa viniéndote con nosotros- le propuso ella- tranquila, es de dos pisos y hay dos habitaciones grandes para cada pareja- le guiño un ojo.
-No sé, no veo que sea muy buena idea, sería como invadir vuestro espacio- dice Tara un poco insegura.
-Tranquila, iba a venir otra pareja de amigos, pero al final han decidido hacer otros planes, si fuese una molestia no te lo diría- asegura Rocío- No tenemos que preocuparnos los unos de los otros, la casa está preparada para que cada piso sea una especie de casa individual y además… ¡Tiene piscina!- dice ella y ambas estallan en una carcajada.
-¿En serio que no es una molestia?- pregunta Tara.
-Mira, vamos a llamar a Sam, mi novio y ya verás cómo no hay problema- se saca el móvil del bolsillo y teclea rápidamente en su móvil y pone el manos libres.
-¿Si?- contestan después de dos pitidos.
-Hola guapo- saluda Rocío.
-Hola princesa, ¿qué tal por allí?- dice el chico tras el teléfono.
-Muy bien, estoy aquí con Tara, la chica de la casa en la que me e alojado esta semana- le informa.
-Hola- saluda Tara.
-Buenas- contesta él.
-Cariño una cosita, hemos estado hablando de San Valentín y he pensado que tal vez Tara y su novio, Raúl, podrían venir con nosotros a Barcelona- le explica- ¿te importa que vengan?
-Ningún problema, ya que Mael y Carolina no vienen, será genial tener compañía- dice el chico convencido con la idea.
-Gracias cariño, bueno, nos vamos que es muy cara la llamada desde aquí, nos vemos dentro de un par de días, te quiero- se despide Rocío.
-Adiós y gracias- se despide Tara.
-De nada mujer, adiós chicas, te quiero cariño- y después de un sonoro beso de la pareja cuelgan.
-Muchísimas gracias en serio- dijo Tara dándole un abrazo a su nueva amiga.
Se pasaron la tarde haciendo planes para San Valentín y pensando como sorprender a sus chicos.



-Muchísimas gracias por todo Tara- le agradece Rocío.
-Muchísimas gracias a ti- dice ella y las dos chicas se dan un gran abrazo.
-Nos vemos en un par de semanas en España, no hagas muchas locuras- dice Rocío- ¿no se lo has dicho aun a Raúl?.

Tara niega con la cabeza y las dos se ríen de nuevo, se caen muy bien y sabe que a lo largo del tiempo será una de sus mejores amigas.
Rocío se subió en el autobús de camino a casa, tenía unas trece horas de viaje asique Tara le regalo una mantita con los nombres de ellas bordados. Tara esperó hasta que su vista no alcanzaba a ver el autobús en el que su amiga volvía a casa, y ella también lo hizo.

-¡Raúl!- grita Tara que lleva cinco minutos gritándole pero el esta rascando las cuerdas de su guitarra con los cascos puestos y no la oye, asique Tara agarra un peluche y lo lanza de ventana a ventana acertando en su cabeza, cosa que hace que se gire bruscamente.
-Te parecerá bonita esta forma de aislarte- protesto ella.
-Lo siento princesa estaba componiendo una canción.
-¿Para quién?
-Para nadie, es solo por diversión- asegura el aunque es mentira.
-Bueno da lo mismo- dice ella quitándole importancia aunque sabe que la está mintiendo- Tengo una sorpresita para ti.

Dicho esto, Tara lanzo una piedrita a la que está atada una cuerdita.

-Tira de la cuerda- le dice ella.

Lo hizo y en el otro extremo de la cuerda hay una carta, la coge y la abre y de ella saca dos billetes de autobús.

-¿Qué es esto?
-Lee la carta- dice ella antes de responder.

‘’Hola guapo:
Sabes que dentro de unos días es San Valentín y Rocío me ha propuesto una cosa para hacer, va a ir con su novio a un apartamento en Barcelona y nos han invitado, su novio también está de acuerdo…’’

Raúl levanta la cabeza al terminar la carta y ve como su novia esta sonriendo y levantando una ceja a la espera de una respuesta.

-Me encanta Barcelona- dice él guiñándole un ojo.
-¿Eso es un sí? ¡En un sí!- dice Tara ilusionada.
-Estás loca- dice el divertido.
-Sí, loca por ti- dice ella y le manda un beso al aire.
-Bueno princesita a dormir que seguimos teniendo clase mañana- le dice el poniendo voz de padre mandón.
-Si señor- le sigue la broma ella.
-Buenas noches, te quiero.
-Y yo a ti.

Ambos se pusieron el pijama, apagaron la luz y se metieron en la cama, los dos tenían lo mismo en mente… San Valentin.




Este capitulo va dedicado a mi seguidora en twitter @rociio_97 espero que te guste :)
RIMA


                                                                  

Ya tenemos ganadora!!!!

''You belong with me de taylor swift'' era la respuesta del concurso que os propuse el otro día y lo ha adivinado mi seguidora en twitter @rocciio_97
 :
Enorabuenaa :))
Sera un personaje importante en el CAPITULO 13, ya lo veréis :))

Besos, Rima :)

Capitulo 12. Especial de Navidad


Cap. 12 Navidad

-¡Levántate dormilona!- Le dijo Raúl, arrimando su boca a la oreja de ella.

-¿Qué haces aquí?- pregunto ella adormilada.

-Yo también me alegro de verte- le dio un beso en la frente- he venido a ayudar a tu madre y a tu hermana con el equipaje, he pensado que no podrían ellas solas con todo.

-Muy considerado por tu parte- dijo ella incorporándose y dirigiéndose al armario para cambiarse de ropa.

La madre de Tara y su hermana iban a irse una semana de las dos que tenían de vacaciones de navidad a España, era el gran sueño de Sara, en concreto, quería visitar Barcelona, la ciudad que mas curiosidad le causaba de todo el mundo. Tomarían el avión a las doce y había muchas cosas que hacer.
Tara y Raúl pensaban planear algo especial para aquellas fechas pero al ver la oportunidad, Tara suplico para quedarse con él y al final lo consiguió. Raúl y Tara tendrían toda la casa para ellos solos y también la de él, ya que sus padres también estarían ausentes en navidad por asuntos de trabajo.

-Raúl, ¿me ayudas con mis maletas?- le pregunto Sara tirando tímidamente de su suéter.

Aquella pequeña niña era sorprendentemente una copia exacta de Tara, pero unos cuantos años más pequeña. Aquella pequeñaja siempre conseguía hacerle sonreír y a Tara le encantaba ver a Raúl siendo tan tierno con su hermana.

-Claro que si peque- dijo él.

-No soy pequeña-  protesto ella.

-Vale, lo siento, eres... casi mayor-  rectifico él sacándole la lengua a la pequeña.

Esta se dio media vuelta, dándole la espalda y se dirigió a su habitación esperando que Raúl la siguiera y, así lo hizo.

-¿Puedes con eso?- pregunto Raúl a la niña, viendo que intentaba levantar una maleta casi más grande que ella.


-Sí, no me ayudes- dijo y al fin la levanto del suelo y dando pequeños tumbos, salió de la habitación.

‘’Son igual de cabezotas’’ pensó Raúl. Cogió el resto de maletas que quedaban en la habitación y las bajo abajo, para poder meterlas en el taxi. Se quedo más tranquilo al ver que Sara había llegado al coche con la maleta con ayuda de su madre y que no se había hecho daño.


Media hora más tarde

-Bueno, Raúl, cuida bien de mi hija- les dijo Oihana desde la ventanilla del Taxi.

-No lo dude- aseguro él.

-No te preocupes mama, todo saldrá bien, disfrutad del viaje- y se asomo por la ventanilla hacia el interior del vehículo para darles un beso tanto a su madre como a su hermana.

-Nos vemos- fue lo último que escucharon cuando el coche se puso en marcha camino al aeropuerto.

-Guapa, voy a mi casa para coger mis cosas y ahora vengo- le dijo Raúl y dándole un beso se dirigió a su casa.
Mientras Raúl iba a por sus cosas, Tara entro en casa y pensó que sería buena idea darle un aspecto navideño a la casa ya que obviamente, estaban en navidad.

Subió al desván y saco todo lo que encontró: el árbol, espumillón… y así la encontró Raúl, llena de espumillón, bajando las escaleras sin apenas visibilidad.

-¿Qué haces?- Dijo él, parecía divertirse viéndola así.

-¿Tu qué crees?- levanto los brazos llenos de adornos- venga ayúdame.

Raúl dejo su bolsa de deporte con sus cosas en la habitación de Tara y bajo a ayudarle. Pusieron espumillón en la escalera, pequeños peluches navideños y al final el árbol de navidad.

-Joe, no llego a poner la estrella- protesto Tara al ver que el árbol era demasiado alto.

-Espera que te ayudo- dijo él, se acerco y le cogió en brazos de tal forma que llego de sobra para colocar la 
estrella.

-Muchas gracias- dijo ella aun en sus brazos.

-No hay de que peque- le dijo él y se empezó a reír al ver que tuvo la misma reacción que su hermana pequeña.

-¡Bájame!- protesto ella y al ver que no la soltaba empezó a patalear.

-No, ni hablar- dijo y empezó a dar vueltas con Tara en brazos por todo el salón.

-¡Estás loco!-  grito Tara.

-¡Lo sé!- le contesto y los dos se empezaron a reír.

Después de dar unas cuantas vueltas, se dejaron caer en el sofá desde donde vieron como les había quedado el salón.

-Ha quedado bien, pero sobra esto- dijo Raúl señalando una caja de luces de navidad.

 -Ya sé lo que voy a hacer con ellas- dijo Tara cogiéndolas y saliendo disparada escaleras arriba.

Tara fue a su habitación y Raúl llego unos minutos más tarde. Estaba poniendo las luces de navidad en el cabezal de la cama.

-Apaga la luz por favor- le pidió y encendió las lucecitas de navidad.

Raúl le hizo, se acerco a ella lentamente y se sentó en la cama con ella.

-Queda muy bien- le dijo atrayéndola hacia el y besándola.

Tanía ganas de hacerla suya para siempre, que no los separara nada ni nadie pero sabía que no estaba lista. Sin ir demasiado lejos, la tomo en brazos y la sentó en su regazo. La beso en la boca, en el cuello, tenía ganas, 
pero se contuvo.


A la hora de cenar

Después de estar un rato en el cuarto de Tara, bajaron a cenar.

-¿Qué te apetece cenar?- pregunto Tara.

-Me da igual, lo que tú quieras-  dijo él.

Entraron en la cocina y Raúl se sentó en una silla de la islita de la cocina y pregunto:

-¿Qué hago?

-Puedes ir picando esto- le dijo Tara, pasándole un taco de jamón- vamos a hacer pizza casera.

Mientras Raúl troceaba los ingredientes, Tara fue amasando la masa de la pizza y cuando todo estuvo listo, metieron la pizza al horno y esperaron media hora.

-¡Qué hambre me está dando!- dijo Raúl observando la pizza dentro de horno.

‘’Clic’’ se oyó de fondo, Raúl se giró y vio a Tara riéndose con la cámara en la mano corriendo hacia el salón. Raúl salió corriendo detrás de ella y cuando la alcanzó cayeron en la alfombra del centro del salón, uno encima del otro.

-¡Esto no vale!- protesto ara, intentando alejarse para poder escapar de las cosquillas que le hacía Raúl.

-Ríndete y borra esa foto

-Nunca- dijo ella y consiguió escaparse.

-Mira que eres…

-¡Lo sé!- dijo entre risas.

-Me parece mal- dijo él picado, y se sentó en el sofá.

-Venga no te piques- dijo ella acercándose por detrás y abrazándolo.

-Puede.

Y en ese momento el horno indico que la pizza ya estaba lista y Tara fue a la cocina para sacarla.

-Porfa… perdóname- dijo ella poniéndose en frente de él con la pizza en las manos y un gorrito de navidad en la 
cabeza.

-Está bien- dijo él quitándole la pizza de las manos y dándole un beso.  

Se sentaron en el sofá con un plato cada uno y se terminaron la pizza. Después recogieron y fregaron todo entre los dos.

-¿Te apetece que nos pongamos los pijamas y veamos una peli?-pregunto Tara.

-Me parece genial- dijo él.

Los dos subieron a la habitación de ella y Tara se cambió antes que él y aprovechó para organizar el salón antes de que el bajara. Retiró para atrás el sofá y colocó varias mantas y cojines sobre la alfombra, hizo palomitas y saco todas las pelis que había descargado para poder verlas durante la semana escogidas por los dos.  A los cinco minutos, Raúl bajo y se reunió con ella en las mantas del suelo.

-¿Qué quieres ver?

-Lo que tú quieras preciosa.

-¿La de 3MSC?- le señalo la película.

-Vale, pero con una condición- dijo él y al ver que Tara levantaba una ceja para q continuara, así lo hizo- no 
babees mucho con Mario Casas.

Al ver a Raúl poniéndose celoso, Tara no pudo evitar echarse ha reír.

-Tranquilo, no voy a babear- y para picarle añadió- solo por esta vez, porque estas tu.

Y lo consiguió, Raúl se pico y se tumbo en el suelo dándole la espalda.

-Me parece precioso…

-Venga guapo, no te piques- dijo ella, besándole en el cuello- sabes perfectamente que es una broma.

-Vale pero… si me dejas escoger película

-Está bien- dijo ella aunque un poco dudosa- haber que pones.

Escogió una se la colección de horror de Saw, sabía que a Tara le daba mucho asco pero quería darle un pequeño escarmiento, aunque si veía que se asustaba mucho, la quitaría.
A mitad de película, Tara no aguanto más, era muy vulnerable con la sangre y se acurrucó bajo las mantas. Raúl, al verlo, cambio de película y puso la de 3MSC, pero Tara permanecía bajo las mantas y Raúl se metió bajo las mantas junto a ella. Se acerco lentamente a ella y la envolvió con sus brazos y ella se acerco.

-Siento haberte asustado- se disculpó él, pensando que no había sido tan buena idea.

-Ha sido una mala jugada, pero me lo merecía- dijo ella, aun acurrucada.

-Te quiero preciosa.

-Yo también a ti- respondió ella y levantó la cabeza para poder alcanzar a besarle, él la tomo de la cintura y se acercaron aun más. Estuvieron así un buen rato y vieron la película hasta el final.

Decidieron dormir en el salón, acomodaron bien las mantas y los cojines que tenían y se improvisaron una cama, por primera vez iban a dormir juntos, y no iba a ser la última.




Día 2

Raúl estaba medio dormido y no distinguía muy bien las cosas pero si sentía que tenía la cara fresquita y entonces se dio cuenta de lo que pasaba y se despertó de golpe, entonces sí pudo ver lo que pasaba, en frente suyo estaba Tara con un bote de nata en las manos y riéndose a carcajadas a más no poder, se tocó la cara y la tenia cubierta de nata.

-Te vas a enterar- dijo por lo bajo para que Tara no lo oyera bien, entonces la pillo desprevenida y le lleno toda la cara de nata. Eso solo podía terminar de una forma, con una pelea entre los dos y el bote de nata.

-Creo que de deberíamos bañarnos- dijo Tara viendo como estaban impregnados los dos de nata de los pies a la cabeza.

-Buena idea- dijo él.

-En el baño de mi madre hay jacuzzi su quieres lo probamos- dijo ella pero se le notaba que el concepto de estar los dos desnudos le causaba cierta inseguridad.

-Suena genial- dijo él, aunque estaba preocupado por ella- ¿estás segura?

-Sí, tranquilo- afirmo ella- voy a prepara el agua y cuando esté te aviso.

Tara subió escalera arriba bastante pensativa, dándole vueltas todo el rato a lo mismo. Raúl decidió dejarla un rato sola para que pensara.
Tara dejo correr el agua para que se fuese llenando y de mientras se desnudó y se enrosco una toalla a la altura del pecho cubriendo así todas sus inseguridades. Sabía que esta semana seria un cambio muy grande en su relación con Raúl pero aun se le hacía extraño.

-El agua ya esta- grito Tara encendiendo la música y metiéndose al agua.

A los pocos minutos llego Raúl solo cubierto por unos bóxers negros, cosa que hizo que Tara se sintiera más nerviosa, pero a él no le parecía importarle ser observado por ella. Para la sorpresa de Tara, Raúl se metió  con los bóxers puestos.

-Tranquila- dijo él sentándose a su lado- no tengas miedo.

Raúl la beso para tranquilizarla y la sentó en su regazo para tenerla más próxima.

-Raúl- la detuvo ella- tengo miedo, prefiero decírtelo, tengo miedo de no saber actuar y no sé qué hacer porque soy…

-Lo sé- la interrumpió y la siguió besando- tranquila, no tengas miedo, confía en mí.

Tara, entonces se sentó a su lado y Raúl se quito los bóxers, en algunas ocasiones lo notó, pero no fueron más lejos. Raúl quería que se tranquilizara y que viera que no iba a hacerle daño ni que iba a hacer algo que ella no quisiera.

Se quedaron media hora más en el agua y después bajaron a desayunar.

-Déjame preparar a mí el desayuno, guapa

-Bueno, si quieres- dijo ella- aprovechare para leer un poco.

Y dicho esto Tara se fue al salón a leer mientras Raúl trasteaba en la cocina. Cuando Raúl termino, fue al salón y allí estaba ella, tumbada en el sofá, con las piernas en el respaldo y leyendo el libro de El diario rojo de Carlota. Eso hizo que Raúl sonriera, conocía el libro y que tema trataba.

-Ya está el desayuno

-Ya voy- le contestó, leyó dos minutos más y después se dirigió a la cocina para reunirse con él.

Aquello era increíble, había hecho tortitas, zumo de naranja, tostadas con mantequilla y mermelada, tazones con leche…

-Que pasada- dijo Tara sorprendida.

-Te lo mereces- le dijo él y le dio un beso muy dulce, tenia mermelada en los labios.

Disfrutaron del desayuno y durante el día aprovecharon para hacer repostería entre los dos, Raúl sabía muy bien cocinar y según le explico, era porque cuando era pequeño su madre le enseño mucho, ahora apenas tenía tiempo de estar con ella por motivos de trabajo.
Después de cenar, decidieron dormir en la habitación de Tara, pero antes, hablaron durante horas sentados en su sofá-ventana.





Día 3


-Raúl, ¡despierta!- grito Tara, despertándolo- ¡Esta nevando!

Raúl se levanto sobresaltado y se acercó a la ventana desde donde Tara estaba mirando la nieve, al parecer, había estado nevando toda la noche, ya que todo estaba blanco.

-¿Estas pensando lo mismo que yo?- pregunto Raúl y al ver que Tara asentía, los dos fueron corriendo a cambiarse de ropa para salir a la calle a disfrutar de la nieve. Cuando estuvieron listos, bajaron al jardín.

-Tara no te parece pre…- no pudo terminar la frase porque Tara le lanzo una bola de nieve- te la vas a cargar.

Tara intento escapar pero no fue suficiente, Raúl la alcanzó con una bola de nieve y para que no la alcanzara más veces se agacho detrás de un arbusto mientras hacia otra bola y se la tiró. Siguieron peleando con la nieve e hicieron un muñeco de nieve del tamaño de Sara y al coronaron así, con gorrito de nieve y todo.

-Que hambre tengo- protesto Raúl y le dio un mordisco a una bola de nieve- algo, es algo.

-No seas bobo- dijo Tara y lo arrastro al interior de la casa.

Entraron en la casa y en la entrada se quitaron las botas y se sacudieron la nieve que tenían en la ropa.

-Voy a dejar los abrigos en el ropero, si quieres vete sacando los tazones para desayunar- dijo Raúl.

-Vale- dijo Tara, la entrego el abrigo y se dirigió a la cocina.

Tara saco todo lo imprescindible para preparar un buen desayuno: huevos, leche, galletas… Y espero a que Raúl entrara en al cocina.

-¿Podrías hacer esas alucinantes tortitas que hiciste ayer?- le pregunto cuando entro en la cocina.

-Claro que sí, ya veo que está todo listo para empezar- dijo el cogiendo un bol y preparando la masa para 
comenzar a cocinar, de mientras, Tara se sentó en la islita para observarlo, le encantaba verlo tan concentrado.

-Aquí tienes guapa- le dijo Raúl poniéndole un plato con tortitas delante.

-Muchas gracias- dijo ella y mordió un cacho- estas esplendidas.

-Haber, déjame probar- dijo él acercándose y Tara le ofreció un cacho con el tenedor, pero él lo esquivó y le dio un beso de tornillo que la dejo sin aliento- tienes razón, están muy ricas.

-¿Me enseñas como hacerlas?- pregunto Tara.

-Claro, ven- le dijo Raúl señalándole el sitio donde estaba él- coge el bol y vierte un poco encima de la plancha, extiende la masa con la espátula, espera un poco y dale la vuelta.
Tara hizo paso a paso todo lo que Raúl le dijo y lo que consiguió fue una tortita amorfa pero igual de rica que la de él.

-Soy un desastre- dijo ella- pero al menos es comestible.

-Tranquila, no esta tan mal para ser la primera vez, la práctica lo mejora todo- le dijo él para tranquilizarla y le dio 
un besito en la frente. 

Cuando terminaron todo, recogieron y limpiaron la cocina.

-¿Qué te apetece hacer?- preguntó Raúl.

-Mmm… estos días en el centro han montado una enorme pista de patinaje ¿te apetece ir?- respondió ella.

-Yo… no se patinar demasiado bien- dijo él algo inseguro.

-Tranquilo, en esto si te puedo ayudar yo- dijo ella dirigiéndose al guardarropa de la entrada y sacando un par de patines hockey sobre hielo.

-Que peligro tienes- dijo él entre risas.

-Eso ya lo veremos- y añadió- ¿quieres ir o no?

-Vale, estará bien la experiencia.

Ambos prepararon lo necesario para ir y se dirigieron a la boca del metro para dirigirse al centro.


Media hora más tarde, ya en la pista

-Venga Raúl, no tengas miedo- lo animó Tara.

-Sin prisa, soy lento- anunció él y entro torpemente en la pista, pero en un segundo como por arte de magia, 

Raúl empezó a corretear por toda la pista con mucha agilidad.

-Me parece precioso… me has engañado, sabes patinar y muy bien además- protesto ella cuando lo alcanzo.

-Soy de Londres, aquí todos los años nieva y tenemos oportunidad de patinar asique sí, se patinar, siento haberte engañado, pero así resultaba más interesante- admitió el- y veo que tu también sabes patinar muy bien.

-Sí, hice hockey sobre hielo durante un año antes de mudarnos aquí-explico

-Con que hockey e... ya decía yo que no te veía yo mucho de patinaje artístico.

-¿Cómo que no? Mira- dijo ella y comenzó a dar vueltas sobre su propio eje muy rápido.

-Muy bien- la aplaudió Raúl- creía que era imposible hacer eso con los patines de hockey.

-Pues no, ya ves que para mí no hay nada imposible, lo conseguí después de unos cuantos culazos- dijo ella y 
los dos de echaron a reis.

Pasaron el resto de la mañana en la pista, comieron en el centro y a la tarde fueron a dar una vuelta por el centro. Aunque Tara se mudó allí con su madre y su hermana hace poco, no había estado por las calles del centro y de alguna forma, Raúl le hizo una pequeña guía turística.

-Aun no me creo que no habías visitado el centro antes que conmigo- le confesó Raúl e el camino de vuelta en el metro.

-Pues sí, hay una primera vez para todo- dijo ella y la mirada que le dirigió Raúl la hizo estallar en una carcajada, ambos pensaban en lo mismo.

Llegaron sobre las nueve a casa de Tara, ya era un poco tarde asique, cenaron y se fueron a la cama.

-¿Te apetece que encienda las lucecitas? Es que me hace un poco de ilusión- dijo ella vergonzosa.

-Claro, será interesante- dijo el cogiéndola entre sus brazos y llevándola a la cama entre risas.

-Tenemos dos días antes de que vuelvan mi madre y mi hermana- dijo Tara un poco desilusionada.

-Lo sé pero… los aprovecharemos bien

Y tras decir eso, los dos se durmieron enseguida a causa del cansancio de aquel día tan agotador.





Día 4


El olor a tortitas lo despertó, estaba solo en la habitación de Tara y ella no andaba por ninguna parte, la puerta estaba cerrada y el pijama de ella doblado delicadamente sobre la silla del escritorio, estaba preparando el desayuno. Raúl se levanto, se cambió de ropa y bajo a la cocina. Allí estaba ella con un plato de tortitas en la mano y una sonrisa muy amplia surcándole la cara.

-Buenos días dormilón.

-Buenos días preciosa, veo que ya has pillado el truco- dijo observando el montón de tortitas que le había 
preparado.

-Me ha costado un poco, pero al final he conseguido hacerlas más o menos aceptables, espero que sean aceptables.

-Están ricos- dijo Raúl después de darle un mordisco.

-¿Sabes qué? Hoy nos tendremos que quedar en casa- y antes de que Raúl pudiese preguntar por qué, se 
acerco a la ventana y abrió la persiana para dejarle ver el mal tiempo que hacía fuera.

-Qué asco de tiempo, bueno, por lo menos estaré contigo- le dijo él rodeándole la cintura por la espalda y se besaron.

Después de disfrutar de las deliciosas tortitas de Tara, se fueron al salón. Pusieron música, Tara se sentó en el sofá y Raúl se tumbo a su lado apoyando la cabeza en su regazo. Raúl cantaba las canciones que iban pasando mientras Tara le hacía cosquillas en la cara con una pluma que se había desprendido del edredón sobre el que estaban sentados.  

-Me voy a por un jersey que hace un poco de frío- dijo Tara.

-Vale, ¿enciendo la calefacción para que se caliente la casa para después?

-Vale, así no pasaremos frio.

Tara subió a su cuarto a por un jersey y cuando estaba rebuscando en el armario algo q ponerse, oyó q Raúl entraba en su cuarto y apagaba la luz sin decir ni una palabra. Raúl se acercó lentamente a  Tara y ella, cuidadosamente, cerró las puertas del armario sin apenas hacer ruido para no romper la armonía del momento. Ella siguió de espaldas a él, hasta que él le dio la vuelta lentamente.

-¿Estás segura?- le susurro Raúl mientras le quitaba la camiseta ya le bajaba las tiras del sujetador por los hombros.

-Si… pero… tengo miedo- contesto ella en el mismo tono de voz que él.

-Tranquila, confía en mí- susurro él y la condujo poco a poco a la cama.

La tumbó bocarriba con mucho cuidado y le quito con delicadeza los pantalones y luego se los quito él. La beso antes de seguir para que se tranquilizara y después se desprendieron de la ropa interior. Antes de dar un paso más, Raúl alcanzó su cartera y saco lo indispensable para continuar.


Una hora más tarde

-¿Cómo estás?- le preguntó Raúl.

-No sé, estoy un poco aturdida- contesto ella un poco avergonzada- ¿He estado muy mal?

-No digas tonterías, has estado muy bien pero, es como hacer tortitas…

-Con la práctica se mejora- termino Tara la frase y los dos se echaron a reír.

-¿Tienes hambre?

-Pues la verdad, un poco.

-El sexo da hambre- y volvieron a estallar en una carcajada.

-¿Qué quieres para comer?

-A ti bombón- contestó el mordiéndole levemente el labio inferior.

-No seas tonto, ahora en serio, ¿Qué quieres?- insistió Tara.

-Tranquila, ya cocino yo, tú quédate aquí y no te muevas, te traigo la comida- dijo él y sin dejarle tiempo para rechistar, alcanzó sus bóxers se los puso y salió por la puerta.

Tenía que admitir que aquella primera experiencia había sido increíble, Raúl había sido especialmente cuidadoso con ella y no le hizo a penas daño. Le gustaba mucho y sintió que aquel acontecimiento los unió aun más.
De repente comenzó a sonar el teléfono de Tara y era un número que ella no había visto jamás.

-¿Si?- contesto con intriga de saber quien se encontraría en el otro lado de la línea.

-¡Hermanita!- grito Sara al otro lado de la línea- ¿Qué tal todo? ¿se a portado bien Raúl contigo?...

De fondo se oyó como Oihana interrumpía a la pequeña para que la dejara hablar con Tara.

-Hola cariño, no tenemos mucho tiempo, disponemos de quince minutos para hablar, es el teléfono del hotel y las llamas de larga distancia resultan ser muy caras- explico su madre-¿Cómo va todo? ¿Os habéis reglado 
bien? ¿Te ha cuidado bien Raúl?

-Tranquila mama, todo está perfecto por aquí, y sí, Raúl me a cuidado muy bien, no te preocupes- y antes de que se agotara el tiempo pregunto- ¿Cuándo volvéis?

-Mañana a la mañana tomaremos el avión de vuelta y si no hay ningún problema, estaremos allí para la hora de comer- y para terminar dijo- bueno cariño te dejo dos minutos hablar con tu hermana que loe está deseando, nos vemos mañana, te quiero.

-Yo también a ti mama- se despidió de su madre y comenzó a charlar con su hermana.

A sí la vio Raúl al entrar en su habitación con la comida: semidesnuda, solo cubierta con la ropa interior y con el teléfono en la mano riéndose a carcajadas hablando, al parecer, con su hermana, por la forma que sonreír que tenía, solo lo hacía así con ella.

-Que bien huele eso- dijo Tara al colgar el teléfono y mirar hacia donde estaba él.

Comieron la deliciosa comida que preparó Raúl y se quedaron en la habitación de Tara durante toda la tarde, mirando el mural, escuchando música y muchas otras cosas. Bajaron para la hora de cenar y esta vez, cocinó Tara, preparo unos deliciosos platos de pasta y vieron una peli, disfrutando de las pocas horas que les quedaban juntos.





Ultimo día

Raúl y Tara se despertaron temprano, con la luz del sol, que asomaba después del mal tiempo que los acompaño ayer. Desayunaron por última vez las magnificas tortitas que le enseño a cocinar Raúl y aguardaron en el salón hasta que la madre y la hermana de Tara llegaran. La espera no fue demasiado larga, ya que lo dos estaban bastante aturdidos por lo ocurrido ayer en la habitación de ella.
Oyeron llegar el taxi que traían a Oihana y Sara y fueron velozmente a la entrada para ayudarlas a meter las maletas se prepararon para soportar un bombardeo constante de preguntas.
Cuando metieron todo en casa y organizaron todo el equipaje, llego la hora de que Raúl volviese a su casa y Tara lo ayudó a la puerta.

-Estos días han sido geniales- le dijo ella en la puerta de su casa.

-Lo sé, y no van a ser los últimos días geniales que pasaremos- dijo el guiñándole un ojo y dándole uno de los mejores besos que habían experimentado, lleno de amor y sentimientos acumulados.

-¿Ahora hablamos a trabes de la ventana no?

-Claro que sí, hasta ahora- le dio un beso de despedida y se fue andado camino a casa.

Tara lo observó hasta que entro en su casa y después fue directa a su habitación donde encontró lo bóxers negros que llevaba ayer a la tarde puestos, sobre la cama.

-¿Qué es esto?- le pregunto Tara en cuanto vio que Raúl abría la ventana de su habitación.

-Un pequeño recuerdo de ayer.

-Pues… gracias- y se echaron los dos a reír- bueno mejor voy con mi madre y con Sara para ayudarlas con la 
comida y para hablar de estos últimos días.

-Claro, mañana si quieres podemos salir a algún sitio, tenemos todavía una semana antes de volver al instituto- propuso él.

-Claro, me parece genial- le contestó.

Se despidieron y no toda la tarde no se volvieron a ver. A la noche, Tara estaba sentada en su sofá-ventana leyendo y sabía que él la observaba desde la penumbra pero lo único que escuchaba desde la penumbra de su cuarto era un ligero puntillero de una guitarra eléctrica y una leve canción a penas era descifrable pero parecía muy triste…